05. Lugares comunes del Estrecho
Como ya hemos mencionado, uno de los principales argumentos que utiliza la Unesco para determinar la excepcionalidad del patrimonio material propuesto es la existencia, o no, de lugares con características similares, de hecho, es uno de los más importantes y muchas candidaturas suelen hacer un análisis somero ante el miedo de que su propuesta se devalúe al compararla con potenciales competidores. Si nos ceñimos a nuestro entorno, hay ciudades con las que hemos compartido momentos de la historia, algo lógico al pertenecer a la misma región geográfica (marítima), el estrecho de Gibraltar. En principio, Gibraltar (6,70 km²), Algeciras (85,84 km²), Tarifa (419,93 km²) y Tánger (124 km²) serían las ciudades con las que tendríamos que llevar a cabo la comparativa pero no será en este texto en el que profundicemos para analizar las diferencias y las similitudes, no obstante vamos a esbozar esas comparaciones según los diferentes períodos de la historia.
5.01 Prehistoria
La geología de la región y sus condiciones climatológicas han facilitado la existencia de numerosas abrigos y cuevas a ambos lados del Estrecho, usadas durante la prehistoria por parte de sociedades de cazadores-recolectores (-pescadores), si a ello le añadimos la cercanía que se suponía entre ambos continentes al estar el nivel del mar mucho más bajo que en la actualidad (se calcula en 110 m), no es extraño pensar que dichas sociedades pudieran haber realizado intercambios, lo cual podría modificar las teorías sobre el paso del homínido de África a Europa a través de Asia. De confirmarse las diversas excavaciones y estudios en marcha, se trataría de un gran cambio en la historia de la humanidad, pero además implicaría no considerar el Estrecho como una frontera natural entre dos continentes sino como una región (aspecto al que luego haremos mención). Con los datos actuales, ¿se puede afirmar que hubo lugares más importantes que otros en ambas orillas? Veamos cuáles son los restos aparecidos en los diferentes términos municipales.
En Tarifa se han localizado más de 60 cuevas y abrigos, usadas entre el Paleolítico y la Edad del Bronce, tanto es así que en el año 2000 y 2001 hubo varias iniciativas para que los restos de arte rupestre de las provincias de Cádiz y Málaga (denominadas arte sureño andaluz) fueran incluidos en la Lista Indicativa como parte del conjunto Arte rupestre del arco mediterráneo de la península ibérica que ya está declarado Patrimonio Mundial. Entre los lugares más importantes se encuentra la Cueva del Moro con numerosas pinturas y grabados rupestres del Paleolítico Superior con una datación de 20.000 años (anteriores a las de Altamira).
En Algeciras son varios los yacimientos encontrados y estudiados; Embarcadero del río Palmones, Algetares, La Menacha, Getares, Torre Almirante… y que muestra la existencia de sociedades cazadoras-recolectoras que habitaron la bahía de Algeciras en un período comprendido entre el Paleolítico Superior y el Neolítico. Estos yacimientos muestran hasta ahora una ausencia de cuevas y abrigos, al menos con la densidad que aparecen en el norte de África, en Tarifa y como veremos a continuación en Gibraltar, lo cual se explica por la geología de esta parte de la bahía.
Las reducidas dimensiones de Gibraltar no impide que este lugar tenga un papel fundamental en la prehistoria de la región. Las cuevas Gorham, Vanguard, Hyane y Bennett fueron descubiertas en el siglo XVIII por naturalistas, aunque no fue hasta finales del XIX cuando se encontraron los primeros huesos pertenecientes a un neandertal. Desde entonces Gibraltar se convirtió en un referente en cuanto a investigaciones geológicas, paleontológicas, arqueológicas… Los numerosos estudios realizados han documentado la existencia de una población neandertal durante más de 100.000 años, pero además indican que posiblemente hayan sido de las últimas poblaciones de este homínido en Europa antes de su extinción. Posteriormente fueron ocupadas por Homo sapiens, prácticamente hasta la Edad del Bronce, en el que las cuevas dejan de utilizarse como hábitat. El conjunto de cuevas fue inscrito como Patrimonio Mundial en 2016 tras un proceso de 6 años.
En la cueva Mugharet el Aliya en Tánger (en la zona conocida como cabo Espartel) se encontraron restos inicialmente atribuidos a neandertales, pero estudios posteriores (Mugharet el'Aliya: Affinities of an enigmatic north African Aterian maxillary fragment. Röding, Stringer, Lacruz, Harvati), parecen indicar que en realidad son de Homo sapiens. De confirmarse este estudio se produciría un adelanto respecto a los resultados de los trabajos que se llevan a cabo en Benzú, dónde hasta el momento sólo han aparecido utensilios pero ningún resto humano. Este hecho sería relevante a la hora de explicar una posible excepcionalidad de la Cabililla pero no haría sino reforzar la importancia de la orilla sur del Estrecho durante la prehistoria, en la que habría que incluir los yacimientos prehistóricos aparecidos en las bahías entre Tánger y Ceuta (Beliunes, Marsa, Dalia…) y en las desembocaduras de los ríos (Alian, Alcazarseguir…); excavaciones y prospecciones realizadas a mediados del siglo pasado (fundamentalmente por Tarradell) y durante los trabajos más recientes, entre 2008 y 2012, de la Carta Arqueológica del Norte de Marruecos, dirigida por Raissouni, Bernal, El Khayari, Ramos y Zouak.
Si atendemos a la importancia atribuida a los yacimientos prehistóricos de los términos municipales del Estrecho es evidente que Gibraltar, sería el emplazamiento más relevante, seguido por Tánger. Ahora bien, quizás no debiéramos supeditarnos a una delimitación administrativa, relativamente reciente (aunque se trate de unos pocos de siglos). Quizás tendríamos que considerar primero cada una de las orillas por separado, analizar los tipos de humanos que habitaban y sus modos de vida, teniendo en cuenta lo aceptado hasta ahora, esto es, que no tenían relaciones entre ellos y que por tanto estaban separados por una frontera natural. Sin embargo, en el momento en el que se pueda afirmar que hubo contactos entre homínidos, entonces no podremos hablar de dos regiones sino de una, y ya no sería necesario estudiar la importancia de cada uno de los términos municipales sino de todo el conjunto, con la particularidad de que esta región supuso el primer punto de migración desde África hacia Europa por parte de los homínidos. Ello debería derivar en una declaración por parte de la Unesco de Paisaje Cultural.
5.02 Antigüedad
5.02.01 Fenicia
No se tiene muy claro cuál fue el primer emplazamiento al que llegaron los fenicios en el Estrecho (al menos en el siglo VIII a.C.), pero eso no es lo importante sino el hecho de ocupar y controlar un territorio marítimo, para lo cual era necesario el establecimiento de “bases navales” en ambas orillas, por ello, nos encontramos en una situación parecida durante la prehistoria, lo más pertinente sería tratar el Estrecho como una sola región, en lugar de términos municipales, pero una vez más tendremos que someternos a los límites administrativos actuales.
La presencia de la civilización fenicia-púnica en Tarifa se limita, por ahora, a las necrópolis de la isla de Las Palomas y de los Algarbes (El mundo funerario fenicio-púnico en el Campo de Gibraltar. Prados, García y Castañeda), y a la Silla del Papa en la sierra de la Plata (El oppidum de la Silla del Papa, Tarifa, Cádiz, y los orígenes de Baelo Claudia. Prados, Callegarin, García, Muñoz y Moret), donde se descubrió una construcción tipo oppidum que se corresponde con un asentamiento púnico y que se mantuvo al menos hasta el cambio de era con el emperador Augusto, si bien, volvió a ocuparse posteriormente por los visigodos hasta el siglo VI o VII.
En la bahía de Algeciras el principal asentamiento fenicio-púnico fue en primer lugar el cerro del Prado (Cerro del Prado, un asentamiento fenicio en la bahía. Antonio Torremocha) y después Carteia (ambos en el término municipal de San Roque). La existencia de las desembocaduras de los ríos Palmones y Guadarranque hacían del cerro del Prado un lugar idóneo para la logística marítima gracias a la protección ante vientos y mareas, así como la existencia de salinas cuyo producto era fundamental para el trasporte de alimentos y la producción de salazones. Estas características naturales convirtieron esta parte de la bahía de Algeciras en una escala esencial para los navíos que hacían la ruta Malaka-Gades, de ahí que no fuera necesario otra ciudad o puerto. No obstante, en la cala Arenas se encontró lo que parece un pequeño puerto con torre para el control del tráfico marítimo. También en la propia ciudad de Algeciras se han encontrado cerámicas que podrían significar la existencia de una ciudad o puerto, pero por el momento no se han encontrado estructuras que permitan tal afirmación.
Si el cerro del Prado fue el principal puerto de la bahía, Gibraltar fue considerado desde la llegada de los primeros fenicios un lugar simbólico y santuario del genius loci (espíritus protectores del lugar), así lo atestiguan los restos encontrados en la cueva de Gorham. Si a ello le añadimos la mención, junto a otros lugares del Estrecho, en la mitología griega, la importancia trasciende a la propia materialidad de lo hallado en los yacimientos arqueológicos, e incluso a la región, formando parte de una cultura como la de la Grecia antigua, considerada como la base de nuestra civilización, y de una de las primeras obras de la literatura.
En Tánger los yacimientos fenicio-púnicos son más numerosos, quizás por las características geomorfológicas de su costa y su longitud. Así, se han descubierto restos en Magogha es-Sghira, cabo Espartel, Ras Achakar, Gandori, Djebila, Malabata, Marshan, Mries, Mers y Granja Petit Bois (El sistema colonial fenicio y púnico en Marruecos: Nuevas perspectivas a la luz de las investigaciones arqueológicas. Mohamed El Mhassani) No hay que olvidar que es en esta época, y sobre todo cuando Cartago se convirtió en la capital del Estado púnico, cuando se produce una verdadera colonización de las costas del Estrecho, al menos de la parte africana.
Por densidad de yacimientos, puede que Tánger sea la ciudad más importante, seguida de Algeciras, Tarifa y Ceuta, pero al igual que ocurre con la Prehistoria, lo relevante estaría en la ocupación del Estrecho, en el conjunto, y no tanto en lugares independientes.
5.02.02 Roma
La tercera guerra púnica supuso la caída de Cartago y el establecimiento del Imperio romano en las principales ciudades costeras (no sin encontrar resistencia del reino de Mauritania), estableciendo en Tánger la capital de la provincia Mauritania Tingitana, que a su vez formaba parte de la diócesis de Hispana y no tenía en cuenta el Estrecho como frontera. Durante este período la ciudad alcanzó el estatus de colonia, reforzando su importancia dentro del imperio. Pese a la relevancia que tuvo la urbe, ya no como ciudad portuaria sino como lugar de penetración hacia el interior de la nueva provincia romana, no se han encontrado grandes estructuras, aunque ciertos hallazgos presuponen que en el barrio Marshan se situaba la necrópolis y en la parte baja de la medina se podría ubicar tanto el foro como los dos ejes principales de la ciudad, el Decumanus Maximus y el Cardo Maximus, además en la costa atlántica se conservan elementos de la industria de salazones (Cotta).
Estas evidencias en Tánger contrastan con los materiales descubiertos en Ceuta; parte del castellum en la muralla Real; la necrópolis sobre la que se construyó la basílica tardorromana; el enterramiento de las Puertas del Campo; el acueducto de Arcos Quebrados; el edificio de culto dedicado a Isis; las piletas de salazones y ánforas en el istmo… Es cierto que se perdió una oportunidad de saber más sobre el período romano cuando se ejecutaron las obras del Parador, del aparcamiento subterráneo de la Gran Vía e incluso de la rehabilitación del revellín de San Ignacio y del ángulo de San Pablo. Comparando las fuentes escritas y lo aparecido en las excavaciones vemos que Tingis fue netamente más relevante que Septem Frates, no en vano fue la capital de una vasta provincia y la ciudad que dominaba el estrecho de Gibraltar y por tanto la economía relacionada con los salazones.
Los yacimientos aparecidos en torno a los terrenos ocupados por el hotel Reina Victoria en Algeciras, han servido para ubicar la antigua ciudad romana de Iulia Traducta. Además, diferentes estructuras industriales, asociadas a la pesca de atunes (almadrabas) y al comercio de salazones y garum aparecen en Getares, la antigua Cetaria. Sin embargo, es Carteia (en el término municipal de San Roque) quien se erige en la principal ciudad de la bahía de Algeciras, dando continuación al asentamiento creado durante el período fenicio-púnico y que fue habitado hasta la Edad Media aunque con mucha menor relevancia.
A pesar de la importancia que tuvo Gibraltar hasta época fenicia, las condiciones geológicas y topográficas no favorecían la fundación de una ciudad romana (ausencia de agua potable y fondeaderos poco propicios). Ahora bien, su figura sí que es determinante en la iconografía tanto griega como romana, al considerarse el final del mundo, quedando éste delimitado por las Estelas de Heracles o Columnae Herculis, identificadas por los montes Calpe y Abyla, esto es, por Gibraltar y bien el monte Hacho o el monte Musa; aunque es cierto que desde numerosos puntos de vista parece evidente que Abyla sea el monte Musa en Marruecos, no hay que olvidar que en tiempos de navegación costera, cuando se llega al Estrecho desde la costa mediterránea, el monte que se ve junto a Gibraltar como elementos geográficos que determinan ese final del mundo, sería el Hacho. Esta imagen de las columnas de Hércules no fueron exclusivas del período griego y romano, desde el siglo XVI se integran como símbolos heráldicos en los sucesivos escudos de España así como de numerosas ciudades y regiones españolas (y extranjeras).
Si tenemos en cuenta lugares con pasado romano en las principales ciudades (contemporáneas) del Estrecho, (además de Carteia en San Roque) posiblemente la única que podría rivalizar con Tingis sería Baelo Claudia (Tarifa). Fundada en el siglo II a.C. y que también llegó a alcanzar el estatus de municipio romano. Otra ciudad mencionada en las fuentes romanas sería Mellaria pero su localización permanece imprecisa, al menos la de la ciudad con sus edificios públicos, algunos investigadores la sitúan en la ensenada de Valdevaqueros y otros en Tarifa, pero no hay estructuras que permitan asegurarlo. La importancia de Baelo Claudia estaba ligada al Estrecho, a la industria pesquera y a su asociación, fundamentalmente, con Tánger, de hecho, Miguel Tarradell propuso en el siglo pasado el término Círculo del Estrecho para definir un territorio marítimo en el que ciudades y asentamientos costeros de las orillas norte y sur constituyeron una asociación con carácter jurídico para coordinar, desarrollar, promover y defender los intereses derivados de la prolífica industria pesquera del Estrecho. Este hecho hace algo más difícil decantarse por un sólo lugar como punto de referencia en época romana, sino que habría que tratar, al igual que en los siglos anteriores durante el período púnico-fenicio, de un espacio marítimo común. De todos modos, si nos tenemos que basar en los restos que nos han llegado, Baelo Claudia sería la ciudad más importante de esa época.
5.02.03 Bizancio
Del período vándalo (a partir del siglo V) no hay restos que reseñar en las ciudades del Estrecho, debido principalmente a que se trataron de ataques pero no de una ocupación constante, sin embargo toda la industria de salazones en el ámbito del Estrecho siguió funcionando, así como sus puertos, al menos hasta el siglo VI. Según algunas fuentes escritas, los vándalos utilizaron los puertos de Mellaria y de Iulia Traducta como bases navales para los ataques sobre la costa norteafricana (Novedades de la Traducta paleobizantina. La secuencia del siglo VII de la calle Doctor Flemimg 6. Jiménez Camino, Casasola).
En el siglo VI, el emperador bizantino, Justiniano I, ordena conquistar Ceuta y fortificarla para utilizarla como cabeza de puente en su proyecto de reconquista del Imperio romano de Occidente; Recuperatio Imperii. Hasta que no se descubrió la Puerta Califal, no se tenían noticias de la existencia de la fortificación bizantina. Hoy en día se sabe que, al menos, la muralla de Justiniano I va desde la Puerta Califal hasta el baluarte de la Bandera, pero muy probablemente también continúe hasta el baluarte de la Coraza. Aunque también se menciona en algunas fuentes la toma de Tánger por parte del ejército bizantino, no se han encontrado evidencias arqueológicas de una ocupación constante ni de la ejecución de obras de fortificación, de hecho, las últimas investigaciones (Carta arqueológica del norte de Marruecos) indican una ausencia total de restos bizantinos más allá de la ciudad de Ceuta en el lado africano.
Los bizantinos utilizaron Ceuta como cabeza de puente en su reconquista de la Península, para lo cual era imprescindible el control del Estrecho, así que ocuparon desde Baelo Claudia hasta Carteia. En Mellaria los restos encontrados son escasos, pero el hecho de que aparezcan en el castillo de Guzmán el Bueno dan a entender que por un lado la construcción actual se hizo sobre una ya existente y lo que es más significativo, que Mellaria se podría situar en Tarifa.
Los indicios más claros de asentamientos bizantinos aparecen en Carteia (término municipal de San Roque) y en Traducta (Algeciras). En el primero se trata de una necrópolis pero en el segundo los restos se corresponden con edificios comerciales que mostrarían un comercio intenso en este puerto.
En Gibraltar, como ya se ha indicado anteriormente, tampoco fue un lugar relevante en época bizantina dada la ausencia de agua potable, de fondeaderos y de terrenos para la construcción de una ciudad.
Hasta hace unos años, las evidencias bizantinas en Ceuta se traducían en cerámicas aparecidas en algunas excavaciones y la basílica tardorromana que se inicia en el siglo IV y se va ampliando sucesivamente hasta que se abandona en el siglo VI o VII pero en la que también hay indicios de haber sido usada durante el siglo VII. Sin embargo las obras en la Muralla Real, primero con la Puerta Califal y posteriormente con el baluarte de la Bandera, han puesto de manifiesto la existencia de una fortificación bizantina consolidando otra romana, pero estamos hablando de una muralla que en algunos puntos supera los 7m de altura y que posiblemente (a falta de confirmación en el baluarte de la Coraza) pueda superar los 200m de longitud, por lo que se trataría de la construcción bizantina más importante existente en el ámbito del Estrecho (Del istmo a las murallas reales: Un desafío para la arqueología preislámica de Septem (ss. I-VII d.C.). Villada, Casasola).
5.03 Edad Media
La presencia visigoda no significó la fundación de nuevas ciudades sino el aprovechamiento de las urbes y construcciones ya existentes aunque en el caso de Algeciras y Carteia supuso todo lo contrario, el abandono de las ciudades tras los continuos enfrentamientos entre vándalos y visigodos, si bien en Algeciras han dejado un cementerio de esa época como testimonio. Con la llegada al Estrecho de las tropas musulmanas se llevarán a cabo, paulatinamente, importantes infraestructuras en ambas orillas, además de refundaciones o nuevas ocupaciones de espacios urbanos abandonados.
5.03.01 Califato omeya
Para garantizar la logística militar era necesario no sólo asegurar la navegación en el Estrecho también controlar ensenadas y construir puertos con capacidad para acoger el intenso tráfico marítimo entre los dos continentes. En la costa europea se decide construir una ciudad, Villa Vieja o Medina, junto a las ruinas de la antigua Iulia Traducta (Algeciras) pero dejando como separación entre ambas la desembocadura del río de la Miel. Numerosas excavaciones arqueológicas dispersas por lo que hoy en día es el centro de Algeciras, han sacado a la luz fosas, basureros y algunos muros de viviendas. De todos estos restos destaca una traza de la muralla califal de 18,50 m de longitud, un espesor de 3 m y una profundidad de 2,20 m en la esquina conformada por el río y el mar. Los arqueólogos creen que trata de la cimentación de un edificio público que, dada su ubicación, podrían ser las atarazanas (Resultados de la actividad arqueológica preventiva en avenida de la Marina, esquina calles Segismundo Moret y Teniente Riera de Algeciras. Bravo, Vila, Trinidad y Dorado). Aunque las fuentes señalen la existencia de un puerto fortificado en la zona del mercado de abastos al que los barcos ingresaban a través de un arco denominado “Ojo del Muelle”, y que se conservó, aún con el puerto ya relleno, hasta inicios del siglo XX (Las atarazanas musulmanas de Algeciras, siglos X-XIV. Antonio Torremocha Silva)
En Tarifa, el califato de Córdoba decide construir el castillo de Guzmán el Bueno sobre un montículo rocoso junto a la costa con la finalidad de albergar una guarnición para controlar visualmente el tráfico en el Estrecho (Fortificaciones omeyas en el estrecho de Gibraltar. Pedro Gurriarán Daza). Nada más se sabe de la existencia de otras edificaciones en sus alrededores.
El abandono de Gibraltar se prolonga durante los primeros siglos de la dominación musulmana, si bien se produce un cambio de nombre, pasando de monte Calpe al actual, que no es más que una transcripción de jebel Tarek (la montaña de Tariq), haciendo referencia a Tariq Ibn Ziyad, el general que comandó las tropas que desembarcaron en la bahía en el 711.
En un intento por impedir la llegada de las tropas fatimíes a las costas de la Península, el califato omeya decide tomar los principales puertos de la orilla sur, empezando por Ceuta y Arcila, y 20 años más tarde Tánger. En esta ciudad el único testimonio constructivo del siglo X que nos han llegado han sido partes de diferentes lienzos de las murallas que delimitaron, originalmente, la alcazaba, lienzos que en algunos tramos se superponen sobre otros ya existentes pero que no han podido estudiarse y por lo tanto se desconoce su datación, sin embargo estos restos permiten establecer un perímetro y la superficie que ocupaba la alcazaba en el siglo X, si bien las crónicas de la época indica que a la llegada de las tropas omeyas ya existían murallas en esa parte de la ciudad.
De esta época califal destacarían tanto el castillo de Tarifa como la muralla califal de Ceuta, pero por dimensiones y por las características de la muralla de Ceuta, con una de las dos puertas de la ciudad y su adaptación a las fortificaciones romanas y bizantinas, hacen que el conjunto se erija como el más importante del Estrecho.
5.03.02 Dinastía almorávide
Tras la desintegración del califato de Córdoba en reinos de taifas llegó la dinastía almorávide para ocupar una buena parte de la zona occidental del Sahel, del Magreb y de la península ibérica. Si hasta entonces las diferentes dinastías, reinos y civilizaciones llegaban al Estrecho desde la propia Península y desde el Mediterráneo oriental (tanto por mar como por tierra), en esta ocasión los nuevos flujos provenían del sur, del desierto del Sáhara y del Sahel. Al introducir una nueva región geográfica, también implicó la influencia de nuevas culturas y una nueva economía; si antes del Islam la economía regional dependía de la pesca, ahora iba a hacerlo del comercio de las caravanas saharianas (principalmente del oro), manteniendo su importancia estratégica para asegurar el paso de mercancías (y de tropas) desde África hacia Europa y viceversa.
A pesar de la importancia que tuvo esta dinastía, refrendada con la fundación de ciudades y la construcción de infraestructuras de comunicaciones, hidráulicas y defensivas a nivel continental desde el Sahel hasta el sur de Europa, se da la circunstancia de que prácticamente no se han encontrado elementos constructivos destacables en ninguna de las ciudades de nuestro entorno, pese a que en algunos casos las fuentes hablan de nuevas murallas y edificios, como sucede en Algeciras. Sin embargo sí han aparecido numerosas cerámicas en diversas excavaciones en el centro de la ciudad que vienen a confirmar el apogeo que tuvo Algeciras, utilizada como base principal para la expansión posterior de los almorávides por la península ibérica.
En Tarifa se llevan a cabo igualmente obras de reforma en el castillo Guzmán el Bueno, pero a la vez se produce una ampliación de la medina con una nueva muralla, de la cual aún se conservan lienzos de esa época en el frente de tierra, aunque no hay estudios que corroboren que pertenezcan al siglo XI, puede que se trate de construcciones posteriores. En el caso de que fueran de la dinastía almorávide serían prácticamente el testimonio más importante que nos haya llegado hasta ahora en todo el Estrecho.
La ausencia de estudios arqueológicos no permiten identificar elementos constructivos tanto visibles como enterrados de la época almorávide en Tánger, sin embargo es muy probable que se llevaran a cabo obras de reforma y consolidación de las murallas así como edificios de nueva planta en la ciudad, pero por el momento no se puede aseverar la existencia de un patrimonio material almorávide.
Pese a las crónicas de al-Bakri y del oriundo al-Idrisi sobre Ceuta, no existen construcciones de esta época. Algunas excavaciones arqueológicas sí han permitido constatar que efectivamente se amplió la mezquita al-Jama (bajo la catedral actual), que se densificó la medina y que se ampliaron los arrabales de la ciudad, principalmente sobre la Almina.
Según las fuentes históricas, Ceuta sería la principal ciudad del Estrecho, pero si nos basamos en el patrimonio histórico existente, entonces sería Tarifa, siempre y cuando se confirmase que las murallas de la primera ampliación fueran realmente del siglo XI.
5.03.03 Dinastía almohade
Tras la conquista de Marrakech por parte de los almohades, éstos se dirigen hacia el norte para una vez establecidos en la orilla sur del Estrecho proceder a la toma de al-Ándalus. Si hasta estos momentos la ruta principal elegida para el tráfico marítimo, tanto comercial como militar, los almohades van a privilegiar una nueva ruta para la logística de su ejército, mejorando las capacidades de los puertos de Alcazarseguer y de Tarifa. Ello derivó en una extensión de la ciudad de Tarifa que vio cómo aumentaba considerablemente su población, construyéndose el Arrabal, el cual estaba limitado por el castillo y la medina en su lado sureste y por una nueva muralla con sus respectivas torres y puertas, algunas de las cuales aún son visibles.
Por primera vez desde época fenicia se ocupa Gibraltar con la construcción de Medinat al-Fath (la Ciudad de la Victoria). De este proyecto no se sabe qué es lo que se ha conservado, ni siquiera hay evidencias arqueológicas de dónde se construyó exactamente, sin embargo se considera que algunos elementos de la puerta de entrada pudieron ser modificados e incluidos en nuevas construcciones, así como algunos lienzos de tapial que ahora formarían parte de la muralla norte y de la alcazaba. Ahora bien, todo esto no ha sido ratificado por excavaciones arqueológicas.
El puerto de Algeciras mantiene su actividad y las autoridades almohades dedican recursos al mantenimiento de las infraestructuras portuarias y defensivas ya que la mayor inversión se la lleva Tarifa y Gibraltar, tal y como hemos visto, pero ello no significa que la ciudad pierda importancia, no al menos desde el punto de vista religioso, educativo y cultural, llegando a convertirse en la referencia del Estrecho. Sin embargo, las excavaciones arqueológicas sólo han sacado a la luz varias estructuras de viviendas del siglo XII y su correspondiente cerámica, pero no se han conservado edificios o elementos defensivos.
En Tánger se reforman las estructuras defensivas de la alcazaba, pero el auge de Alcazarseguer resta protagonismo e importancia al puerto tangerino, no obstante es muy probable que se realizaran obras de reforma y consolidación de las murallas de la alcazaba.
En Ceuta, la muralla omeya sigue realizando sus funciones aunque se llevan a cabo reformas sin saber muy bien los motivos, como es el caso de la cúpula de la torre junto a la Puerta Califal. Si bien las fuentes escritas describen otra puerta abierta en la muralla omeya por los almohades, de momento nada se ha encontrado, pero se presupone que ésta esté todavía en el interior de la muralla Real, en un tramo comprendido entre la Puerta Califal y el baluarte de la Coraza, tal y como explica Fernando Villada analizando la Crónica de la toma de Ceuta de Zurara (La Puerta Califal de Ceuta, génesis y evolución de la Muralla Real, pag 790-793). La única edificación aislada que permanece son los baños de la Marina, construcción iniciada en los siglos XII-XIII y que se fueron reformando, disminuyendo sus dimensiones, hasta su abandono a principios del siglo XV (Desvelar la Ceuta medieval: La aportación de la arqueología. Fernando Villada). En el pasaje Fernández apareció una parte del barrio construido también a inicios del siglo XII (aunque se encontraron fosas con elementos cerámicos de los siglos IX y X), con varias calles, viviendas y una mezquita u oratorio (Una mezquita de barrio de la Ceuta mariní, Fernando Villada y José Manuel Hita Ruiz). En el acuartelamiento del Brull también se excavaron estructuras murarias de época almohade y que permiten afirmar la ocupación de la Almina al menos desde esa época.
Al igual que ocurría en la época almorávide, de confirmarse la factura almohade de las murallas del Arrabal de Tarifa, éstas serían el testimonio más importante de nuestro ámbito geográfico, pero sin desdeñar los restos aparecidos en Ceuta.
5.03.04 Califato meriní (y nazarí)
El reino nazarí de Granada se vio obligado a pedir ayuda a los meriníes, cuya capital era Fez, para poder hacer frente a las tropas castellanas. Éstos desembarcaron en Algeciras y la utilizaron como base para sus operaciones, convirtiéndose en una especie de capital de la dinastía en territorio europeo. Ello explica las obras que se ejecutaron para fortificar la ciudad y cuyos restos son visibles en las murallas norte, junto al parque María Cristina. Además, el asedio castellano puso de manifiesto las dificultades para defender la ciudad ante la existencia de posiciones más altas junto a la medina, así que cuando éste finalizó, se decidió ocupar la colina al otro lado del río de la Miel para construir Villa Nueva con sus murallas, mezquita, alcázar… De todo ello aún se pueden ver tramos de murallas y sus torres alrededor de lo que un día fue Iulia Traducta (en la colina en la que se ubica el hotel Reina Cristina) (Al-Bunayya, la Mansura de Algeciras, la fortificación de una ciudad meriní durante la batalla del Estrecho, 1275-1350. Rafael Jiménez-Camino).
La dinastía meriní no sólo siguió utilizando el emplazamiento de Gibraltar sino que reestructuraron el sistema defensivo con reformas, ampliaciones y nuevas construcciones, como demuestran las excavaciones arqueológicas en la Puerta de Granada, la nueva torre de la alcazaba (que permanece tal cual), las atarazanas (en la plaza de las Casamatas se han encontrado los diques secos de dicha infraestructura naval), la ampliación de la trama urbana en la zona de Tierras Bermejas, la construcción de la muralla de La Turba (plano 1859 y plano 1799) (aún existente), también ejecutaron obras hidráulicas como aljibes que se pueden ver en Punta Europa. En definitiva, este es el período en el que el patrimonio islámico está más presente, si bien habría que aclarar que fueron las dinastías meriní y nazarí las que se disputaron el dominio indistintamente durante los siglos XIII y XIV.
La población de Tarifa, al igual que el resto de ciudades del Estrecho, aumentaba paulativamente y necesitaba nuevas extensiones de su trama urbana. Tras las ampliaciones al este del castillo de Guzmán el Bueno, con la Medina y la Aljaranda, se decidió construir el Arrabal, protegido por un recinto amurallado cuyos límites conforman el casco antiguo de la ciudad contemporánea. Ahora bien, por falta de estudios no se puede aseverar científicamente que los lienzos y torres existentes sean los originales meriníes pues se sabe que en épocas posteriores se ejecutaron numerosas obras de reforma y consolidación.
Mientras la dinastía se expandía por el sur de la Península y luchaba contra los ejércitos castellanos, también tenía que hacer frente a otros enemigos; los otomanos por el este y la dinastía saadí llegada del valle del Drâa en Zagora por el sur. Precisamente con esta última inició una especie de competición para lograr una primacía no sólo militar sino también cultural, la cual se tradujo en la construcción de complejos religiosos y educativos. De este legado educativo en Ceuta solo quedan los cimientos de la madrasa al-Jadida y elementos constructivos de la misma, si bien el yacimiento de Huerta Rufino ha permitido reconstruir hasta el más mínimo detalle la vida de los habitantes de Ceuta entre los siglos XIII y XV, restos que corroboran la descripción de la ciudad que hizo uno de sus habitantes, al-Ansari. Otros elementos a destacar serían los baños árabes en el paseo de la Marina. Durante el dominio meriní se produce una expansión urbanística con la construcción de una nueva ciudad, al-Mansura cuyo testimonio representan los lienzos de murallas, puertas y torres que conformaron su perímetro y que se encuentran en las barriadas de Villajovita y de Zurrón (Al-Mansura, la ciudad olvidada. Fernando Villada y Pedro Gurriarán, coords).
Además de las obras en el interior de la medina de Tánger y de las reparaciones de sus defensas, los meriníes también construyeron infraestructuras en el extrarradio, como las atarazanas, conocidas hoy en día con el nombre de alcazaba Ghaylan, a 4 km de la ciudad, y de la que queda un perímetro de 200 m con sus torres y puertas de acceso. Aunque estos elementos se hayan datado en el siglo XIV, parece ser que el arsenal ya existía en esa localización, al menos, desde el siglo XI pero no se han identificado elementos constructivos. En cualquier caso, los investigadores parecen tener claro (aún sin haber realizado estudios arqueológicos) que las murallas actuales de la alcazaba presentan lienzos de época omeya y otros indeterminados que los portugueses se encontraron cuando tomaron la ciudad, por lo tanto debieron ser construidos entre los siglos XI y XV.
Es muy probable que la huella meriní más importante de nuestro entorno sea la de Ceuta al ser más completa y variada; con viviendas, centros educativos y culturales, espacios de ocio y fortificaciones. En segundo lugar tendríamos las fortificaciones de Gibraltar.
5.04 Edad Moderna
5.04.01 Siglo XV
El avance cristiano hacia el sur de la Península les llevará, a finales del siglo XIII y primera mitad del XIV, a una serie de confrontaciones con los meriníes y nazaríes, con alternancia en cuanto a recuperaciones y pérdidas, tanto de Tarifa como de Algeciras y Gibraltar. Estos asedios y conquistas impiden que se ejecuten nuevas edificaciones y que los esfuerzos se centren en el refuerzo y reparación de las fortificaciones existentes en las tres ciudades. No obstante, y puesto que Tarifa es tomada definitivamente por los castellanos en 1292, éstos sí que realizan posteriormente algunos elementos nuevos, como la coracha paralela a la medieval para conectar el castillo con la torre albarrana.
En Algeciras, la alternancia mencionada anteriormente finaliza en 1379 con el abandono y destrucción por parte de los nazaríes tras encontrarse indefensos y aislados por tierra y mar, refugiándose en Gibraltar, en la que permanecen hasta su toma por tropas castellanas en 1462. Aunque el reino nazarí siguiera manteniendo Granada, la orilla norte del Estrecho pasa a ser controlada exclusivamente por la Corona de Castilla. Una vez restablecido en control sobre la orilla norte del Estrecho, Gibraltar entra en un período de decadencia pues ya no resultaba tan vital para mantener la supremacía marítima.
En 1415 se produce un hecho inaudito, el ataque a la plaza de Ceuta desde el Atlántico. Si desde la llegada de los fenicios la ocupación de la ciudad se había realizado desde el Mediterráneo, desde territorios africanos o desde las costas del sur de la Península, en el siglo XV el reino de Portugal inicia una expansión que comienza en Ceuta y que un siglo más tarde le llevará hasta las costas de China o las de América del Sur. La llegada de este nuevo actor supondrá un cambio brusco en la fisionomía de las principales ciudades y puertos de la orilla sur del Estrecho.
Antes de la llegada de la flota portuguesa, la ciudad de Ceuta había alcanzado un desarrollo urbanístico notable con la densificación de la Almina, la construcción de nuevas ciudades, alcazabas y barrios (al-Mansura, Hacho, Beliunes…), pero la irrupción portuguesa y su escaso número de soldados hizo que sólo se ocupara el Recinto de la Ciudad, quedando la Almina y el Hacho completamente abandonados (este hecho ha posibilitado que yacimientos como el de Huerta Rufino, de época meriní, haya llegado hasta los años 90 del siglo pasado intacto aunque cubierto por tierras). Habría que destacar que durante un siglo la muralla Omeya (transformada ligeramente por los almohades) siguió cumpliendo su función defensiva. Las fuentes también hablan de edificios construidos en el Recinto de la Ciudad, de los que sólo hay constatación a través de restos arqueológicos, fundamentalmente cerámica y elementos metálicos. Sin embargo en la Almina, una antigua mezquita es reutilizada como iglesia y nos ha llegado como la parroquia de Nuestra Señora del Valle. Ya en el siglo XVI aparecen referencias a un edificio del monte Hacho utilizada por ermitas y que hoy conocemos como la ermita de San Antonio.
Los portugueses llegan a Tánger en 1471, tras la conquista de Ceuta y la de Alcazarseguer, y como hemos indicado anteriormente, se encuentran con una alcazaba de considerables dimensiones, delimitada por murallas que sufrieron numerosas reformas y modificaciones desde el siglo X. No hay información fehaciente sobre la existencia de una muralla entorno a la medina islámica, entre otras cosas porque no se sabe exactamente dónde pudo estar esa ciudad; algunos investigadores proponen al sur del decumanus (la calle Siaghine que va del zoco grande al zoco chico), otros al sur de la muralla de la calle de Portugal y otros al oeste de la medina actual.
En un momento complejo de la historia, con alternancia de poder en las diferentes ciudades y el uso de las fortificaciones preexistentes, no parece que haya una que destaque, más allá del patrimonio meriní que se mantuvo en uso hasta principios del siglo XV pero que hemos incluido en el apartado anterior.
5.04.02 Siglo XVI
Tras haber utilizado durante un siglo la muralla omeya de Ceuta (reformada también por los almohades), en este siglo los ingenieros militares portugueses inician la construcción de la Muralla Real con sus dos baluartes y barbacana, y el foso navegable que aún se conservan (obras iniciadas en 1543 y terminadas en 1549). Además de la Muralla Real, también son visibles las reformas de las murallas norte y sur del Recinto de la Ciudad con la construcción de algunos baluartes y ampliaciones de torreones para situar artillería (elementos que aún son visibles), si bien fueron posteriormente alteradas por las sucesivas obras de mantenimiento.
En Tánger, durante los primeros años del siglo, los esfuerzos defensivos se concentran en la construcción del Castillo Nuevo, junto al frente de mar y en las corazas para proteger el puerto. A finales del siglo XVI se termina la construcción de los baluartes para hacer la alcazaba infranqueable, alcazaba en la que se encontraba tanto la medieval como el palacio del gobernador o castillo nuevo edificado en los primeros años de presencia portuguesa ((Re)claiming Walls: The Fortified Médina of Tangier under Portuguese Rule (1471-1662) and as a Modern Heritage Artefact, Martin Malcolm Elbl).
En el otro lado del Estrecho se construyen una serie de torres de almenara entre Gibraltar y Ayamonte, algunas de las cuales se encuentran en Tarifa, ahora convertidas en faros como el de Caraminal (también llamado torre del Cabo de Enmedio) o el de Tarifa en la isla de las Palomas (La Isla de Tarifa. Una fortaleza en el Parque Natural del Estrecho, Juan Antonio Patrón Sandoval) o bien incorporadas a viviendas (torre de Valdevaqueros), el resto están aisladas y sin uso (de la Peña, del Cabo de la Plata, del Rayo y del Río Guadalmedina), todas ellas inscritas como BIC.
Algeciras también forma parte de este proyecto de defensa costero a nivel regional; del mismo aún quedan la torre del Fraile y la torre del Almirante (Almenaras en el estrecho de Gibraltar. Las torres de la costa de la Comandancia General del Campo de Gibraltar. Ángel Sáez Rodriguez).
Además de las torres de almenara, en Tarifa se completa la trama urbana con nuevas viviendas o reformando las existentes, algunas de las cuales siguen manteniendo dicho uso (y están protegidas por el PGOU). También se construyen iglesias como la Iglesia Mayor de San Mateo iniciada en el siglo XVI (con reformas y ampliaciones realizadas hasta el siglo XIX), la iglesia de San Francisco (S. XVI-XVIII). ( Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Conjunto Histórico de Tarifa).
A pesar del abandono por parte de las autoridades, Gibraltar mantenía una población, pero incapaz de conservar sus defensas, bastante maltrechas tras siglos de conflictos. Esta situación es aprovechada por piratas llegados del norte de África que realizan saqueos y toman rehenes. Para evitar las incursiones piratas durante el siglo XVI se ordena la construcción de la muralla de Carlos V que protege el frente sur de la ciudad en un recorrido zigzagueante, de oeste a este, desde el puerto hasta la cima de la montaña y que aún está intacta. También se construyen los muelles norte y sur, la muralla de San Bernardo (hoy Grand Battery), la muralla (Line Wall) que unía los baluartes de San Pablo (North Bastion) y Nuestra Señora del Rosario (South Bastion) y a la que se añadieron nuevas plataformas artilladas; Orange Bastion, King’s Bastion, Wellington Front North Demi-Bastion y Wellington Front South Demi-Bastion. Todos estos elementos fortificados son todavía visibles (The people of Gibraltar. Neville Chipulina).
Es complicado elegir una ciudad que destaque por su patrimonio del siglo XVI. Tánger lo sería por sus dimensiones, Gibraltar por que estableció las bases de las fortificaciones prácticamente hasta la Segunda Guerra Mundial, pero quizás las más complejas, ricas y que tuvieron un mayor impacto sean las de Ceuta, por la ejecución del foso navegable (cuestión técnica difícil de solventar, sobre todo porque se ejecutan a la vez que se producían ataques) y por apoyarse en las murallas existentes (omeyas, bizantinas y romanas).
5.04.03 Siglo XVII
Aunque la reconquista había permitido un apaciguamiento de las hostilidades en el Estrecho, a partir del siglo XVII se intensifican las incursiones piratas, que además se ven reforzadas por las alianzas con las armadas de los Países Bajos y la de Dinamarca que llegan a atacar Gibraltar. Ante esta situación, España permite el uso de Gibraltar como base naval por parte de la flota británica que también quería erradicar la piratería (pues empezaban a llegar hasta sus propias islas) y oponerse a las armadas francesas y holandesas. En realidad lo que pretendían era tomar un punto de la costa peninsular para establecer una guarnición. La inestabilidad hizo que se ejecutara un nuevo muelle y nuevas baterías. El desarrollo de la navegación y de sus buques de guerra había ampliado la zona de interés y de acción de países alejados de este espacio geográfico.
En 1661, tras el matrimonio entre Carlos II y Catalina Enriqueta, Portugal cede Tánger a la corona británica. Durante un corto período de tiempo los británicos construyen el primer muelle de la ciudad pero en 1684 deciden abandonarla, debido al coste que supuso para Londres y a los ataques a los que les sometía las tropas de Muley Ismail. Durante la evacuación demuelen las principales fortificaciones usando explosivos, hecho que ha dificultado enormemente la comprensión del patrimonio tangerino prácticamente hasta el siglo XVIII (Tangier England’s Lost Atlantic Outpost, E.M.G. Routh). Poco después los británicos iban a conseguir sur propósitos de ejercer el control sobre el Estrecho con la toma de Gibraltar en 1704.
Tras la separación de los reinos de España y Portugal en 1640, los ciudadanos de Ceuta deciden, por referéndum, quedarse bajo los designios de la corona española. Además de los refuerzos en las murallas existentes, se comienzan a construir edificios, entre los que destacan el almacén de abastos (1699).
5.04.04 Siglo XVIII
El inicio del siglo XVIII va a venir marcado en Ceuta por el cerco de Muley Ismail (1694-1727) que va a poner de manifiesto la necesidad de reforzar y mejorar el sistema defensivo ejecutado por los portugueses en el frente de tierra, pero también por la toma de Gibraltar por los ingleses en 1704. La amenaza de la flota británica iba a obligar a ejecutar obras de fortificación en toda la ciudad. Ceuta seguía teniendo una importancia estratégica desde la que poder controlar el Estrecho y con ello vigilar los movimientos de los ingleses y de los corsarios, motivo por el cual sufrió durante todo el siglo asedios terrestres (por parte de los marroquíes) y bloqueos navales (por parte de ingleses y franceses). Ante esta situación se tomó la decisión de aplicar las teorías de Vauban y proceder a construir 3 líneas avanzadas respecto al foso navegable con revellines, medias lunas y toda una red de galerías subterráneas. La mayoría de estos elementos aún existen excepto los de la tercera línea. Al este de la Muralla Real se construyen bóvedas a pruebas de bomba que se convierten, un siglo más tarde, en cuartel de Artillería (hoy utilizadas como habitaciones del Parador La Muralla). En la Almina y monte Hacho se construyeron igualmente baluartes poligonales (San Juan de Dios, San Sebastián, San Francisco, San José, de la Pólvora, San Carlos…), baterías en todo el perímetro costero para poder alojar piezas de artillería y así mantener alejadas a las flotas enemigas (Fuente Caballos, San Pedro Bajo, Abastos, Pino Gordo, Sauciño, Punta Almina, de la Palmera, del Molino, del Espino…), polvorines… En lo alto del monte se refuerza la muralla existente con baluartes poligonales en cada esquina (de la Tenaza, San Amaro, San Antonio, Málaga y Fuente Cubierta). Pero no sólo se construyeron fortificaciones, también conventos e iglesias algunas de las cuales siguen en pie (San Francisco, Los Remedios y Santa María de África).
Una vez recuperada la ciudad de Tánger, durante todo el siglo XVIII, Muley Ismail emprende la ardua tarea de reconstruir la ciudad y también de repoblarla. Entre las obras más importantes, y que parcialmente ha llegado hasta nuestros días, está la gran mezquita, construida sobre la misma parcela en la que los portugueses había erigido su catedral, pero se desconoce si queda algo de la misma. En la alcazaba se construye un palacio para la residencia del gobernador (hoy en día museo de la alcazaba) y una mezquita, ambos en uso.
La guerra de sucesión española a principios del siglo XVIII dio lugar a un conflicto europeo en el que Inglaterra, Países Bajos, Austria, Portugal, el Ducado de Saboya y algunos estados germanos querían impedir a todo costa que España y Francia se aliaran o que incluso se unificaran, ejerciendo un poder inaudito sobre Europa, el Mediterráneo y las Américas. Una de las consecuencias de este hecho histórico fue la toma de Gibraltar por parte de las flotas inglesas y holandesas en 1704, tras la cual la población (unas 4.000 personas) abandonan la ciudad y se instalan alrededor de Algeciras y en un campamento que posteriormente se convertiría en la ciudad de San Roque.
Durante un largo período de tiempo, Algeciras permanece abandonada, prácticamente hasta principios del siglo XVIII, lo cual no impide que algunas familias de agricultores se instalen en sus alrededores desde el siglo XVII y reutilicen algunos edificios, como la ermita sobre la que después se construirá la actual capilla de Nuestra Señora de Europa o la iglesia de Nuestra Señora de la Palma (1723-1804). Tras la pérdida de Gibraltar (1704), las autoridades se convencen de la necesidad de fortificar Tarifa y la bahía de Algeciras pues tanto británicos como holandeses y franceses amenazaban con sus flotas su conquista y así poder controlar el Estrecho. Si bien en Tarifa se realizan numerosos proyectos, en esta centuria sólo se ejecutan los fuertes de Isla Verde (1734), San García (1730), El Tolmo (1741-1810) y la torre de Punta Carnero, todos ellos en Algeciras. Ante la imposibilidad de recuperar Gibraltar, se decide reconstruir la ciudad siguiendo los planos del ingeniero militar Jorge Próspero de Verboom, urbanismo del que se ha mantenido una parte que se corresponde con el centro urbano.
Durante todo el siglo XVIII, España y su aliado Francia intentan recuperar Gibraltar ya que Londres no había acometido ningún plan extenso para fortificarlo al no considerarlo un enclave estratégico tan sólo un puesto marítimo. No obstante, durante este siglo se construyen los primeros tramos de túneles excavados en roca para cubrir ángulos muertos en la línea defensiva, bastiones (King’s Bastion), murallas, baterías en las cotas superiores de la montaña (Middle Hill, Green’s Lodge, Rock Gun, Princess Royal’s, Princess Anne’s, Princess Amelia’s…) y polvorines (Willis' Magazine) con el objetivo de frenar los asedios a los que la ciudad fue sometida y que aunque no tuvieron éxito causaron la destrucción de una amplia zona de la ciudad. Como parte de la reconstrucción se levantó el Royal Victually Yard, cuyo ingeniero-constructor italiano (Giovanni Maria Boschetti) fue el responsable, posteriormente, de numerosos edificios de la misma época, imprimiendo un estilo arquitectónico a las construcciones del centro de la ciudad (The Rock of the Gibraltarians. William Jackson).
Parece claro que las obras del frente de tierra en Ceuta aplicando las teorías de Vauban convierten el conjunto en el más importante del Estrecho, quizás seguido por las obras ejecutadas por los británicos en el Peñón.
5.05 Edad Contemporánea
5.05.01 Siglo XIX
A finales del siglo XVIII y durante el siguiente, coincidiendo con la apertura de Marruecos hacia el mercado internacional, Tánger comienza las obras de su puerto y de nuevos edificios oficiales (como el palacio para el sultán Mulay Hafid, hoy Palacio de Instituciones Italianas) y acoge la representación diplomática de numerosos países gracias a su posición sobre el estrecho de Gibraltar, lo que implica la construcción de edificios por parte de las diferentes comunidades extranjeras que se establecen en la ciudad; consulados (americano, español, portugués, francés…), iglesias, sinagogas, hospitales, escuelas, edificios culturales, viviendas… Estas construcciones se llevan a cabo, primero, en terrenos ganados al mar (donde hoy en día se sitúa el Kursaal) junto al puerto, en el eje del Zoco Chico y al oeste de la alcazaba, ya fuera de la medina. Edificios que aún se pueden ver aunque la mayoría haya cambiado de uso.
La debilidad del sultán de Marruecos posibilita que a mediados del siglo XIX se tomen los terrenos próximos al frente de tierra, ampliando así los límites de la ciudad de Ceuta, aunque supuso el inicio de una guerra con Marruecos (1859-1860), tras la cual se construyen 9 fuertes (de los que quedan 7) para ejercer el control sobre el nuevo perímetro fronterizo (los fuertes neomedievales comentados anteriormente). La necesidad de acantonar tropas lleva a la construcción de nuevos cuarteles como el de la Reina ahora conocido como de Ingenieros y sede de la Universidad de Granada.
Tras años realizando proyectos sobre el papel, se inician las obras para proteger Tarifa con las fortificaciones del frente de tierra (puerta de acceso, cortinas, baterías) de la isla de las Palomas (1818) (La Isla de Tarifa. Una fortaleza en el Parque Natural del Estrecho, Juan Antonio Patrón Sandoval) y su conexión con el continente. Se produce en estos años un hecho contradictorio, al declararse la Guerra de Independencia, el Reino Unido se alía con España para evitar la expansión francesa, en cuyos planes estaba la toma de Tarifa y así poder controlar el Estrecho. Para evitarlo, los británicos decidieron planificar y ejecutar las obras de las fortificaciones de la isla, que tras la construcción del canal, podía permitir un asalto desde el mismo a la ciudad. También se consolida el casco histórico de Tarifa, construyendo tanto viviendas como edificios públicos; pósitos, iglesias (Santuario de Nuestra Señora de la Luz), fuentes, el mercado de abastos… que aún permanecen en pie.
Por otro lado, Algeciras va afianzando, nuevamente, su posición en la bahía, erigiéndose en base desde la cual llevar a cabo acciones contra Gibraltar (sin éxito), mientras la ciudad se desarrolla urbanísticamente, con edificios pero también con espacios verdes como el parque María Cristina (1834) declarado BIC. A finales del XIX la obra más importante de Algeciras es la del ferrocarril que de algún modo iba a poner de manifiesto la necesidad de construir un puerto ya que el muelle de madera existente no era suficiente para el tráfico que empezaba a desarrollarse, de ahí que a principios del siglo XX se iniciara la construcción del puerto de Algeciras.
A principios del siglo XIX las guerras napoleónicas suponen un impulso para el desarrollo de Gibraltar, convirtiéndose en base de la Marina Real desde la que poder llevar acciones y participar en conflictos, como la batalla de Trafalgar, bloqueos de puertos o en la guerra de Crimea. El puerto se complementaba con infraestructuras ejecutadas por el Imperio británico en sus colonias africanas e indias, como el canal de Suez, pues la llegada del barco de vapor permitió establecer una ruta marítima entre las islas británicas y la India, haciendo escalas en los puertos de Suez, La Valetta y Gibraltar. Una mayor relevancia implicaba forzosamente la mejora de los servicios públicos, como el hospital St Bernard (hoy colegio), la catedral de la Santísima Trinidad, bibliotecas…
El desarrollo de fortificaciones y el de las propias ciudades, considerando su carácter civil, empieza a ser parejo en cada una de las localidades. Si tuviéramos que elegir en función de la arquitectura civil, Tánger y Gibraltar estarían igualadas; en relación a las fortificaciones, serían Tarifa y Ceuta, pero quizás destacaría esta última por la singularidad de los fuertes neomedievales.
5.05.02 Siglo XX
El expansionismo colonial iniciado por los países europeos en el continente africano a fínales del siglo XIX, va a suponer el establecimiento de un protectorado español en el norte de Marruecos (1912-1956), teniendo un gran impacto en el desarrollo de Ceuta, tanto a nivel de infraestructuras, con la construcción del puerto y del ferrocarril que unía la ciudad con Tetuán (cuya estación se ha rehabilitado recientemente), como arquitectónico con la edificación de viviendas y edificios públicos administrativos civiles (ayuntamiento, mercado central, estación marítima) y militares (hospital militar, búnkeres en el perímetro costero). Desde los años 10 del siglo XX la ciudad se convierte en un laboratorio de arquitectura con edificios regionalistas, racionalistas, modernos, navales… algunos de ellos realmente vanguardistas para su época si los comparamos con los construidos en Europa en ese mismo período como el “Portaaviones” de Gaspar y José Blein de 1928.
Tánger también intensifica su desarrollo urbano a partir de 1912 con la instauración de los protectorados francés y español en territorio marroquí, y sobre todo a partir de 1923 con el estatus impuesto a la ciudad, Zona Internacional de Tánger, por el cual el control de la misma se dividía entre diversos países, España, Francia y Reino Unido en primera instancia y posteriormente Portugal, Bélgica, Países Bajos e Italia. La aparición de barrios asociados a cada uno de los países obliga al desarrollo de planos urbanísticos para poner orden al frenesí constructivo en el que se establece una competición por ver quién impone su influencia (cultural, arquitectónica…). Un siglo después de la declaración de la Zona Internacional de Tánger, nos encontramos ante un patrimonio arquitectónico que refleja diversos estilos y que hacen referencia no solo a distintos momentos históricos, también a diversas culturas europeas, con el impacto correspondiente en la población de la ciudad, incluso hoy en día.
De un cierto modo Algeciras recupera su importancia como ciudad portuaria, por un lado sirviendo de conexión marítima con el protectorado español de Marruecos, a través del puerto de Ceuta, por otro, dando apoyo logístico con el desembarco de las tropas llegadas desde el norte de África y que se alzaron en 1936 contra el gobierno de la República. Posteriormente, en los años 60 y 70, se desarrollará industrialmente junto a otros emplazamientos de la bahía, hasta convertirse en lo que hoy es, el segundo complejo industrial de España y el primer puerto en tráfico de mercancías del Mediterráneo. De hecho, el puerto ha sido el gran motor económico de la ciudad y de la comarca y aunque no haya significado un desarrollo urbanístico y arquitectónico de calidad, sí es cierto que en el siglo XX se han realizado edificios hoy declarados BIC, como el Mercado de Abastos o Mercado Ingeniero Torroja (1934-1935), el instituto de Enseñanza Secundaria «Kursaal» (1935) y la Escuela de Artes y Oficios (1968); o protegidos por el PGOU, el parque de las Acacias y Jardines de Smith (1975), cine Florida (1944), el parque de bomberos (1950) y la estación de autobuses y hotel (1961-1973).
Con la irrupción de la Segunda Guerra Mundial, el Estrecho se convierte en un escenario más de la guerra, en el que Tánger y Gibraltar tuvieron un papel primordial al servir de cabeza de puente para las operaciones en el norte de África de los aliados y que significaron el inicio del final del conflicto. Pero en los primeros años de la guerra se puso en marcha un programa en Gibraltar para la construcción de 5o kilómetros de túneles, refuerzo de las fortificaciones existentes, ampliaciones de las baterías para ubicar artillería antiaérea, construcción del aeropuerto, de búnkeres en el lado este para evitar desembarcos, ampliación del puerto, cuarteles, almacenes… Tras la guerra, la presencia militar del Reino Unido en la región fue disminuyendo en favor de la OTAN y de los EEUU aunque continuaron las obras en los túneles (dadas por finalizadas en 1968). De 1969 a 1982 la frontera terrestre de Gibraltar permaneció cerrada pero su apertura, junto con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea y en la OTAN, hizo que Gibraltar saliera de un cierto aislamiento, iniciándose un nuevo período económico y desarrollo urbanístico, con terrenos ganados al mar.
Por otro parte, el régimen instaurado en España tras la Guerra Civil temía una acción de los británicos, así que puso en marcha un plan para fortificar la bahía de Algeciras mediante diferentes líneas defensivas en las que se construyeron búnkeres de hormigón para alojar piezas de artillería y ametralladoras, prestando especial atención al istmo que separaba Gibraltar de La Línea. Muchas de estas fortificaciones están hoy en día abandonas (España ante la Segunda Guerra Mundial. El sistema defensivo contemporáneo del Campo de Gibraltar. Ángel Sáez Rodríguez).
Además de las fortificaciones, el régimen franquista pone en marcha en todo el país un plan para consolidad la población rural mediante la construcción de poblados de colonización. Muy cerca de Tarifa se encuentra Tahivilla, construido en 1944 y con numerosos elementos de la arquitectura popular andaluza.
A nivel de fortificaciones y dadas la implicación de Gibraltar en el conflicto, las obras acometidas de este tipo son las más importantes. Sin embargo, si nos fijamos en la arquitectura civil, en su variedad de estilos y en sus tipologías, entonces destacaríamos a Tánger y a Ceuta.
Credits texts, photos and drawings: Carlos Pérez Marín