06. Metodología investigadora
El conocimiento adquirido y aquí expuesto se ha basado fundamentalmente en la experiencia sobre el terreno, sin ceñirse a metodologías académicas, lo cual nos ha dado mayor libertad al no depender de financiación (sólo el 5% de los recursos económicos empleados desde 2010 proceden de subvenciones) ni de plazos fijos para llevarlos a cabo, creando plataformas de investigación digitales con las que compartir conocimiento y experiencias, y organizando actividades culturales.
6.01 Marsad Drâa
En 2013 creé una plataforma en línea y abierta de investigación sobre el desierto denominada Marsad Drâa (Observatorio del Drâa). Se inició sin una planificación concreta de lo que se iba a hacer a corto o medio plazo, pero se trataba de aglutinar información, encontrada en bibliotecas e Internet o bien recopilada sobre el terreno. En realidad, se trataba de buscar una excusa para seguir yendo al desierto tras vislumbrar las posibilidades que éste ofrece en múltiples campos gracias a los viajes de estudios llevados a cabo entre 2011 y 2013 con mis estudiantes de la Escuela Nacional de Arquitectura de Tetuán, con los cuales intentábamos resolver los problemas urbanísticos y arquitectónicos que nos planteaban las autoridades. Es por ello que tras dejar la enseñanza en Tetuán mi interés se centró en conocer mejor el desierto, consciente de que no iba a ser suficiente con entender el tipo de arquitectura que hay en los oasis, sino que había que interesarse por la organización tribal, sus culturas, la historia, la agricultura, la gestión del agua, la geología, la historia… Incluso conocer e intentar buscar soluciones a los problemas derivados de la desertificación, cuestión que no es exclusiva de la ausencia de precipitaciones o de descenso de los niveles freáticos, otros componentes entran en liza, como aspectos sociológicos y económicos. Entre las investigaciones realizadas con antiguos alumnos o con la propia población local, están el proyecto para parar frenar el avance de las dunas y el captador de agua de humedad ambiente y la estructura para crear nuevos oasis, los tres en Tissardmine, Errachidia y ejecutados en colaboración con Café Tissardmine, siempre utilizando técnicas locales como los muros de tapial o las soluciones constructivas que emplean los nómadas para sus tiendas.
Los trabajos con los alumnos de arquitectura de Tetuán nos hicieron descubrir una densidad de patrimonio en el valle del Drâa en Zagora que no es perceptible desde la carretera nacional y que merecía ser estudiado. En 2015 inicié los trabajos del Plano Guía de Arquitectura del Valle del Drâa, gracias a la colaboración del CERKAS (Centro de Conservación y Rehabilitación del Patrimonio Arquitectónico Atlásico y Subatlásico, perteneciente al Ministerio de Juventud, Cultura y Comunicación del Reino de Marruecos). Los trabajos se desarrollaron durante 6 meses y el objetivo fue el de reunir toda la información posible sobre los 299 alcázares, alcazabas y zauías de los 6 palmerales que conforman el valle en un plano de Google Maps. Esta investigación permitió un mejor conocimiento de la arquitectura pero también de la ordenación del territorio, de la agricultura, de los sistemas y gestión de regadío, de las culturas de las diferentes tribus (draua, beréberes y árabes) que aún habitan en dicho espacio geográfico, esencial para comprender lo que es un puerto sahariano y la importancia que llegaron a tener las rutas de las caravanas.
También se organizaron talleres para arquitectos e historiadores con la asociación Labina de Marrakech para aprender más sobre el patrimonio construido en los cruces de las rutas de las caravanas, concretamente en Tasghimut, cerca de Aghmat (Marrakech) o para rehabilitar la mezquita de la madrasa del alcázar de Tamnugalt en Zagora, cuyo fin era evitar que el edificio se degradara aún más y se colapsase, si bien era importante poder vivir durante 10 días en el palmeral de Mezguita y en la alcazaba de los Caídes, dentro del alcázar, con quién organizábamos el taller.
Más información en Marsad Drâa.
6.02 Caravane Tighmert
En 2013 organizamos, junto a los habitantes del oasis de Tighmert en Guelmim (Marruecos), unos talleres para jóvenes artistas y arquitectos. Warsha Sahara (Talleres del Desierto) supuso el primer intento de intercambiar conocimiento entre jóvenes profesionales y habitantes de un oasis. En 2014 se organizó otro taller con los mismos objetivos aunque en un entorno completamente diferente, el poblado nómada de Tissardmine.
Ambos talleres mostraron el potencial que tenían para investigar, desde un punto de vista arquitectónico y artístico, múltiples aspectos de los diferentes tipos de hábitat que se pueden encontrar hoy en día en el sur de Marruecos.
En 2015, y como consecuencia de las inundaciones sufridas por el oasis de Tighmert en 2014, durante las cuales la población estuvo dos semanas incomunicada, Ahmed Dabah y Bouchra Boudali me propusieron organizar un festival con artistas en el que los niños y jóvenes pudieran disfrutar de actividades culturales (talleres, exposiciones, conciertos, conferencias…) y así olvidar los estragos provocados por las inundaciones. Tras un primer festival, el evento se fue desarrollando, sin ningún tipo de financiación institucional, tan solo con aportaciones privadas y de los propios organizadores, hacia un encuentro entre artistas, investigadores y habitantes del oasis.
Si bien Tighmert es un oasis con unas dimensiones reducidas (6 km de longitud y una anchura máxima de 1,5 km), una población cercana a los 4.000 habitantes y una arquitectura basada en viviendas unifamiliares de adobe y tapial y con dos alcazabas pequeñas, su importancia a lo largo de la historia era mucho más importante de lo que su patrimonio material e inmaterial muestra. En realidad, el nombre primigenio era el de Noul Lamta, uno de los tres puertos saharianos marroquíes y “capital” de la tribu nómada lamtuna, una de las tres fundadoras de la dinastía almorávide del siglo XI. Es muy probable que los dos oasis de Tighmert y Asrir formaran uno solo pero lo que sí se conoce es que la fortificación de Agwidir fue construida por los almorávides en el siglo XI y que en las inmediaciones del río Noun los arqueólogos Jorge Onrubia y Youssef Bokbot han encontrado evidencias de construcciones correspondientes con un asentamiento urbano del siglo IX. Pese a la ausencia de un patrimonio arquitectónico de gran valor, es probable que Noul Lamta sea una de las ciudades antiguas aún ocupadas de Marruecos. La ausencia de excavaciones no ha permitido avanzar en una datación sobre los intercambios llevados a cabo con la orilla sur del Sáhara, los arqueólogos han atestiguado que al menos desde el siglo XI, pero no sería extraño que el comercio transahariano se haya desarrollado desde mucho antes.
En este contexto, histórico y contemporáneo, a los participantes de Caravane Tighmert les proponemos realizar investigaciones sobre aspectos del pasado o de la vida cotidiana, tanto del oasis como de sus alrededores, sin ninguna presión por producir obra artística alguna, ya que al no tener financiación tampoco tenemos obligación de justificar su estancia. Sí les animamos a hacer talleres con los niños y jóvenes, pero con la intención de intercambiar conocimiento y sobre todo, adentrarse en la compleja sociedad del oasis, con una tribu mayoritaria saharaui, azuafit, y otra beréber, Aït Ahmed. La presencia de artistas de la región, de otras ciudades marroquíes y del extranjero ha permitido además un cambio casi radical en la percepción que los propios habitantes tienen de su oasis y de su historia, gracias al interés mostrado por los participantes sobre la arquitectura, el patrimonio, la agricultura, el riego, la geología, el nomadismo, la historia, la esclavitud, la organización tribal, las conexiones culturales con el Adrar en Mauritania, las danzas y músicas tradicionales, la poesía, el dialecto hasanía… Cada demanda de los participantes era contestada con información que ya teníamos los miembros del equipo (Ahmed Dabah, Abderrahmane Sayad, Hamza Sabar, Ahmed Sabar, Slamat el-Mkhaire, Ghassan Kaaibich, Mokhtar Elbelawi, Mohamed Arejdal, Bouchra Boudali…) y si no podíamos ofrecer una respuesta, les acompañábamos a hablar con aquellas personas que podían aportar datos. Desde la primera edición en 2015, todos, participantes y organizadores, hemos ido aprendiendo a medida que nuevas preguntas surgían en las conversaciones mantenidas tanto en las casas tradicionales utilizadas como centros culturales como en los espacios nómadas en los que nos quedábamos dos o tres noches para tener una perspectiva completamente diferente del oasis, tanto desde el punto de vista geográfico como el antropológico al producirse encuentros fortuitos con los nómadas de la zona.
Más información en Caravane Tighmert.
6.03 Caravane Ouadane
En 2020, un grupo de amigos decidimos festejar el décimo aniversario de mi primer viaje al desierto, al oasis de Tighmert (Guelmim, Marruecos), en 2010. En un principio la idea era la de repetir el mismo trayecto pero precisamente el amigo artista de Guelmim que nos invitó descubrir el oasis, Mohamed Arejdal, nos dijo que no había que quedarse en el pasado y que siempre había que avanzar, ir más lejos, y qué mejor que visitar Mauritania. Automáticamente accedimos a la proposición porque nos permitiría conocer otra región del Sáhara, constatar sobre el terreno qué quedaba de las relaciones que tejieron las caravanas tiempos atrás y sobre todo explorar el patrimonio de la región del Adrar que se supone fue el origen de la dinastía almorávide.
Una semana antes de salir del norte de África en coche acompañado del artista Younès Rahmoun y del activista cultural y co-fundador de Caravane Tighmert, Ahmed Dabah, un mensaje de una galerista de Nouakchott pidiendo información sobre el Festival de los Esclavos que se celebra cada verano en Tighmert nos permitió participar en un encuentro con investigadores y artistas mauritanos que ella mismo organizó a nuestra llegada a la capital. Dicho encuentro, más las recomendaciones para visitar Uadane en lugar de Chingueti en función de nuestros intereses, provocó nuevos encuentros con actores culturales como Isabel Fiadeiro de Zeinart (galería de arte de Nouakchott ), Mohamed Ali Bilal de Teranim (asociación que trabaja para la preservación de la cultura de los antiguos esclavos) y Zaida Bilal del Auberge Basque en Uadane (referente en el desarrollo cultural, social y turístico de Uadane). Al compartir tantos intereses, rápidamente nos pusimos de acuerdo para organizar al año siguiente Caravane Ouadane en este oasis del Adrar fundado en 1146 por tres nómadas, dos de los cuales habían recorrido años antes más de 2.000 km para estudiar en Ceuta con Cadí Ayyad. Éste es un buen ejemplo de cómo el territorio relacionado con el desierto y con las rutas de las caravanas debe ser considerado, no como regiones, sino como trayectorias tal y como argumenta François-Xavier Fauvelle (L’Afrique Ancienne. De l’acacés au Zimbabwe), sólo de esta manera se puede entender las conexiones de Ceuta con el Sáhara y el patrimonio construido para controlar dichas trayectorias como hemos visto anteriormente. La importancia de Uadane radica en su posición en las trayectorias que unen el sur de Marruecos con Mauritania, Senegal y Mali. Tras atravesar el Sáhara, el primer “centro logístico” es el del Adrar y desde Uadane, las siguientes etapas venían determinadas por las ciudades de Tidjikja, Tichit, Ualata y Tombuctú, durante muchos siglos el centro neurálgico del comercio de caravanas de la orilla sur del Sáhara, según los siglos, en competencia con Audagost y Kumbi Saleh (capital del Imperio de Ghana), ambas en Mauritania.
Como ocurrió con el oasis de Tighmert, la organización de un evento cultural anual nos permitió visitar Uadane, y Mauritania, cada año desde 2020, encontrando algunas respuestas a las preguntas planteadas desde la orilla norte del Sáhara, pero apareciendo numerosas y novedosas cuestiones, gracias a los trabajos científicos del protectorado francés, a las discusiones con los investigadores mauritanos y al trabajo de campo en Nouakchott, Atar, Chingueti y Uadane.
Desde un principio teníamos claro que Caravane Ouadane no podía ser una copia de Caravane Tighmert debido a los diferentes condicionantes de ambos territorios y pese a compartir historia y patrimonio. Sí es cierto que partimos de las experiencias de cada uno de los organizadores pero el modelo iba a ser construido edición tras edición, en función de las posibilidades y de la implicación de la población local. Una gran diferencia con Tighmert fue la financiación institucional de las embajadas española, alemana y francesa, de la Unión Europea, de la Alianza Francesa, de la fundación Vergnol y de algunos donantes privados. Presupuesto que fue aumentando desde los 3.000 € hasta los 5.000 € entre la primera y la tercera edición, con los que cubrir dos noches de conciertos abiertos al público y el alojamiento y la manutención de los artistas y organizadores durante dos semanas.
A los participantes les proponíamos lo mismo que en Tighmert, realizar investigaciones sobre temas de Uadane o sus alrededores y llevar a cabo talleres con niños, jóvenes o adultos del oasis, pero no era obligatorio producir obra alguna ya que el objetivo era aprender e intercambiar conocimiento que permitiera con el tiempo una mayor comprensión del desierto. En ese sentido, Caravane Tighmert y Caravane Ouadane se complementaban al permitir a los artistas trabajar e investigar sobre temáticas similares pero en distintas geografías; la arquitectura tradicional y contemporánea construida en piedra; la agricultura del oasis basada en la acacia y no en la palmera; la relación del urbanismo sedentario con los asentamientos nómadas; la importancia de la educación artística en la cultura local; las conexiones culturales con otros territorios a través de la danza, la música y la poesía (tanto en Tighmert como en Uadane el dialecto principal es el hasanía), la contemporaneidad de dichas expresiones artísticas; las implicaciones del turismo; la organización tribal; la historia; la artesanía, su relación con los modos de vida y su evolución; la concepción de desarrollo cultural, de patrimonio y de museo; la simbología de los tatuajes de henna; la visibilidad de los antiguos esclavos y de las tribus de color en la sociedad actual; las relaciones con otros oasis y otros territorios…
Más información en Caravane Ouadane.
6.04 Project Qafila
Las constantes menciones a las caravanas y a los nómadas en cada uno de los puertos saharianos podían considerarse como herramientas de mercadotecnia utilizadas para atraer la atención de los turistas. Sin embargo, desde el primer encuentro con nómadas en septiembre de 2012, quedó patente que el nomadismo, aunque fuera en el interior de las fronteras, aún existía. Ya no se trataba de familias (término utilizado en la división de una tribu) o incluso fracciones con hasta 400 tiendas que desplazaban su campamento entre el Alto Atlas y el río Senegal en función de las lluvias y por tanto del pastoreo. Ahora es difícil encontrar más de tres o cuatro tiendas de una sola unidad familiar en Marruecos; en Mauritania la población nómada es mayor y los campamentos pueden alcanzar las 10 o 15 tiendas pero ya no hay grandes campamentos como en el siglo pasado.
El antropólogo Ahmed Skounti explica en su tesis (Le Sang et le Sol. Nomadisme et sédentarisation au Maroc), cómo el comercio de caravanas y el gran nomadismo en la región occidental del Sáhara empezó su declive primero en los años 30 del siglo XX, cuando Francia empezó a tener mayor presencia en las áreas presaharianas (cuencas de los ríos Noun, Drâa, Gheris y Ziz) y suprimieron los pases especiales para que nómadas pudieran pasar de la zona francesa a la española (debido a los ataques que sufrían sus tropas por parte de tribus que después se refugiaban en la parte española). Posteriormente, la sequía que duró desde 1980 a 1984 provocó la sedentarización de numerosas familias nómadas. El acontecimiento que puso fin al gran nomadismo y al comercio de caravanas fue la guerra entre Marruecos y el Polisario a principios de los 90.
En las primeras conversaciones con los nómadas (cerca de los oasis de M’hamid el-Ghizlan y de Tighmert) se evidenció que las antiguas rutas de las caravanas seguían siendo utilizadas por ellos, lo cual era hasta cierto punto lógico pues seguían dependiendo de los pozos de agua en sus desplazamientos. Desplazamientos que en Marruecos se realizan mayoritariamente con todoterrenos Land Rover Santana que han sustituido a lo camellos como medio de transporte de mercancías y personal, mientras que en Mauritania, el camello sigue teniendo su función en los desplazamientos nómadas.
Estos primeros encuentros fueron claves para entender que pese a ciertos trabajos de investigación de la época del protectorado y actuales, aún era posible conocer de primera mano los modos de vida nómada y la manera en la que navegaban por el desierto. De ahí surgió la idea en 2016 de iniciar una investigación práctica sobre las rutas de las caravanas, y por ende, de los nómadas, recorriendo dichas rutas con ellos. En ningún momento se pensó en desarrollar los trabajos más allá de la frontera marroquí, pero el inicio de Caravane Ouadane iba a permitirnos ampliar la zona de estudio a Mauritania.
Gracias a Internet, artistas e investigadores de otros países fueron intercambiando información obtenida en la red, en publicaciones antiguas, en bibliotecas de centros culturales en Gardaia (Argelia), en universidades de Jartum (Sudán) o sobre el terreno (aunque estuvieran relacionadas con las rutas contemporáneas de inmigración). Con las aportaciones de Antoine Bouillon, Pau Cata, Amado Alfadni y Eleonora Castagnone pudimos conformar este plano con las rutas de las caravanas del Sáhara, intentando que el recorrido entre diferentes puntos fuera el más aproximado al que hoy en día realizaría un nómada, basado en la experiencia de Project Qafila (Proyecto Caravana). Al término de cada caravana volcábamos la información producida en Internet; diarios, fotos, dibujos, vídeos, conversaciones, entrevistas… Todo lo aprendido durante cada caravana nos obligaba posteriormente a releer los libros de referencia sobre la historia de esas regiones, ya que la experiencia nos hacía ver y entender aspectos que pasaban desapercibidos tras una primera lectura. Los nómadas nos enseñaban a pensar como ellos y el territorio y su patrimonio tomaban otro cariz completamente diferente al de los libros.
La preparación de nuestras caravanas se hacía utilizando planimetría diversa, despertándonos la curiosidad por las diferentes maneras de representar el desierto. En primer lugar gracias a los planos del continente africano elaborados desde finales del siglo XIX, también a la planimetría elaborada durante los años 30, 40 y 50 por los diferentes ejércitos que tenían intereses en dichos territorios, indicando caminos, rutas, pozos de agua, los cursos de agua, la topografía, el tipo de terreno… A menudo, la información recogida era mucho más útil que las fotografías aéreas en las que no aparecen representados todos estos detalles.
Los más modernos y que tienen un gran interés son los elaborados por Théodore Monod hasta finales del siglo XX. Algunos de estos planos nos han incitado a elegir recorridos para nuestras caravanas.
Théodore Monod (1902-2000) está considerado uno de los mayores especialistas del desierto del Sáhara. Pese a su formación inicial de naturalista especializado en biología marina, su interés y su curiosidad por el desierto terminó por atraparlo y dedicó su larga vida a recorrer casi todas las regiones del Sáhara, primero con caravanas, después con expediciones. Fue Nefaa, el guía de la 5 caravana (Qafila Khamisa) entre Chingueti y Tidjikja en Mauritania, quien me explicó la diferencia entre caravanas y expediciones. Las expediciones pueden ser militares o científicas y transitan por lugares donde no hay ni agua ni comida. Es precisamente la comida de los camellos, más que el agua, la que determina la longitud del trayecto ya que los camellos pueden aguantar semanas sin beber pero tienen que comer todos los días, por lo que hay que transportarla y ello implica un mayor número de camélidos. Nefaa sabía de lo que hablaba, él había conocido personalmente a Théodore Monod y uno de sus hermanos había participado en las expediciones que éste iniciaba desde el Adrar. Poder hablar con alguien que había tratado a Monod me permitió contrastar la imagen que su obra escrita y los documentales daban de él; ambas coincidían. Él amaba el desierto y era apreciada por las personas que lo conocieron. Quizás, uno de los mayores aprendizajes de su obra y que consolidan la idea de que otro tipo de investigación científica es posible, fue su consideración sobre qué es un científico. Su hijo Ambroise Monod explica en el documental Théodore Monod, une météorite das le siècle, que para su padre un investigador no son aquellos que son pagados para investigar sino toda aquella persona que busque, aunque no encuentre. En su manual Conseils aux chercheurs (Consejos a los Investigadores), publicado en 1941 por el Instituto Francés del África Negra (IFAN), explicaba que toda persona que se pasee, encuentre algo que le interrogue, lo coja, se lo lleve, apunte el lugar, la fecha y que lo envíe al IFAN, para él, es un investigador. En cierto modo Théodore Monod nos ha ayudado a corroborar nuestra actitud a la hora de investigar en el desierto con las diferentes iniciativas, aunque no se correspondan con las metodologías académicas, lo que nos permite modificar los objetivos previstos o añadir otros nuevos sobre la marcha.
Volviendo a la relación entre patrimonio y territorio, la investigación práctica de las caravanas ha sido fundamental para entender la importancia de los pozos de agua en ciertas regiones porque son ellos los que determinan el recorrido. El trayecto inicial de Qafila Khamisa era Tichit - Uadane, intentando recrear una de las expediciones de Monod. Zaida Bilal (cofundadora de Caravane Ouadane) nos ayudó a organizarla contactando con los guías que nos indicarían el camino. Dos miembros de la tribu nemadis (la única que sigue cazando con perros en esta parte del Sáhara) conocían el recorrido, pero para asegurarse, Zaida les demandó cual sería el trayecto a seguir y éstos les enviaron el recorrido con 10 etapas, cada una se correspondía con el nombre de un pozo. Al intentar ubicarlos en los planos comprendí la relación entre los puntos de avituallamiento, la topografía y la geología. Los pozos estaban en el borde de una formación rocosa que se corresponde con la meseta del Adrar. Al final, debido a que uno de los nómadas enfermó, tuvimos que improvisar otra ruta, Chingueti - Tidjikja, quedándonos sin tiempo para llegar hasta Tichitt debido al tiempo empleado para organizar la nueva caravana. En cualquier caso, la ruta era casi idéntica pero en sentido contrario. Por el contrario, el trazado que habíamos imaginado antes de contactar con los nómadas nemadis se correspondía con una de las expediciones de Monod, en la que prácticamente no había pozos de agua, y no era una ruta habitual de los nómadas.
Las caravanas, a veces con artistas y otras en solitario acompañado por uno o dos nómadas, suponen varios cursos intensivos de aprendizaje (geografía, geología, biología, historia, patrimonio, idioma, música, danza, poesía, arquitectura…) y cuando se comparan las realizadas en Marruecos y en Mauritania se observa el impacto negativo del turismo en el desierto, en ocasiones ridiculizando aspectos otrora importante en la identidad de los nómadas. Así, mientras en Marruecos los turistas acampan en un decorado sacado de una película de aventuras de época colonial y se pasean en camello utilizando monturas para carga de mercancías, en Mauritania los nómadas siguen viajando sin tan siquiera montar tiendas y utilizando en sus desplazamientos a diario las sillas hechas con madera de taichot (un variedad de acacia) recubiertas de cuero decorado con motivos geométricos. En Marruecos estas sillas han quedado para las carreras de camellos organizadas durante las fiestas o músems. En cierto modo el turismo no cesa de banalizar el desierto haciendo desaparecer modos de vida ancestrales que no son sólo reductos del pasado sino que nos enseñan actitudes que nos pueden servir para adaptarnos a cualquier entorno por muy hostil que sea.
Uno de los aspectos más interesantes de las investigaciones sobre las caravanas son los encuentros inesperados con nómadas. Tras los largos saludos de cortesía, realizan una pregunta que se repite de manera sistemática cada vez que nos cruzábamos con uno; ¿de qué tribu eres? La conversación proseguía con otra cuestión primordial; ¿adónde vais y de dónde venís? La siguiente estaba relacionada con el agua, las provisiones y si necesitábamos algo. Es curioso que salvo la primera pregunta, las otras son muy habituales cuando dos veleros se cruzan en puerto o en mitad del mar. Esas conversaciones entre nómadas podían durar unos minutos, una noche o incluso varios días. En ocasiones, sobre todo si se conocían, ha habido nómadas que nos han acompañado durante dos días por el simple placer de ponerse al día con su amigo. Es en estos encuentros en los que uno es consciente de la importancia y el significado que tiene pertenecer a una tribu.
La sedentarización directa o indirecta de los nómadas, en el sentido de ser provocada, nos permite acudir a ellos una y otra vez y consultarles cuestiones surgidas durante las caravanas. Así ha sido con Mokhtar, un árabe de la tribu Aarib, que nomadiza alrededor del oasis de M’hamid el-Ghizlane en Zagora (Marruecos). En el primer encuentro nos relataba algunos pasajes y anécdotas durante sus travesías, en el segundo relata los recorridos hasta Sijilmasa (Risani), Guelmim e incluso hasta Tombuctú, dando recomendaciones sobre la situación de pozos y la calidad de sus aguas. En otras ocasiones nos da toda una lección sobre astronomía, desde un punto de vista mitológico pero también incidiendo en aspectos astronómicos. En 2016, justo tras Qafila Oula (la Primera Caravana), en lugar de un relato, el encuentro se convirtió en una entrevista en la que le demandaba información más precisa sobre el día a día de las caravanas, su composición y número, las características de algunas regiones, el tipo de mercancía que él transportaba en las últimas caravanas que hizo allá por los años 90…. En años posteriores, durante las caravanas hemos podido hablar tanto con los nómadas que nos hacían de guía como con los que nos encontrábamos en nuestro recorrido, preguntándoles sobre lo que significa hoy en día ser nómada, las dificultades que ello implica, la educación de sus hijos, los medios económicos de los que disponen, los productos y animales con los que comercian, la fabricación de sus propias tiendas, las áreas geográficas en las que se mueven, sus relaciones con la sedentarización…
Una de las temáticas relacionadas con los nómadas que más me interesa es su relación con la arquitectura (y la no arquitectura). Cómo en sus desplazamientos son capaces de prescindir incluso de tiendas que los protejan del viento y de la arena o que les sirvan de cobijo durante la lluvia, adquiriendo la sombra de los árboles una gran importancia pues delimita un espacio habitable a la hora de hacer una pausa para el almuerzo y que cambia con la posición del sol. Prescinden de la tienda cuando se desplazan solos o lo hacen con rapidez. Si van acompañados de sus familias es muy probable que transporten una tienda, aún las hay tradicionales (fabricadas con el pelo de camello o de cabra) pero poco a poco se van imponiendo las hechas con telas reutilizadas, generalmente melfha, un tejido de algodón muy ligero y transpirable con patrones de colores vivos que se utiliza en todo el Sáhara. Estas tiendas son mucho más ligeras y por tanto fáciles y rápidas de montar. Pero los nómadas suelen disponer, en algún lugar de los territorios frecuentados, de construcciones en las que dejar sus pertenencias a buen recaudo de animales, por ello emplean alambradas si se trata de construcciones hechas con ramas de árboles o con puertas si utilizan piedras, tapial y adobe o planchas metálicas recicladas de bidones de combustibles. En este último caso estamos ante graneros en los que guardar cereales.
En ocasiones los nómadas poseen verdaderas viviendas, en pueblos y ciudades, que utilizan durante varios meses al año, generalmente para que los niños puedan asistir al colegio o para refugiarse en los meses de mayor calor. Es muy interesante cómo organizan espacialmente la vivienda y cómo habitan los diferentes espacios exteriores en función de las sombras arrojadas por los árboles en los que se apoyan o las generadas por la propia construcción. En realidad, puesto que los nómadas viven fundamentalmente en el exterior, usando las tiendas en caso de viento con arena, lluvia y de temperaturas extremas, al construirse una vivienda, serán escasas las ocasiones en las que permanecerán en habitaciones cubiertas. Los patios y espacios al exterior con sobras serán las verdaderas habitaciones.
He aquí una muestra de lo que el desierto puede enseñarnos del patrimonio arquitectónico de otros lugares. Fernando Chueca Goitia explicaba en su libro Invariantes Castizos de la Arquitectura Española, a propósito de la Alhambra, que los patios de los palacios hay que entenderlos de la siguiente manera:
El jardín, a su vez, se acota y se limita como una estancia habitable cuyo techo es el azul.
La vivienda de la hermana de Salim (guía de Qafila Oula) se podría definir como una serie de espacios delimitados por las sombras y cuyo techo es el azul. Yo le añadiría también, el azul y las estrellas, ya que las vistas de las constelaciones desde los “dormitorios” de los nómadas forman parte de su propia identidad y cuando duermen bajo techo se sienten como encerrados en una cárcel.
Más información en Project Qafila.
07. Epílogo
El principal elemento del patrimonio arquitectónico del Sáhara es el pozo de agua. En las regiones completamente desérticas, esto es, con ausencia de un conjunto de oasis, los pozos determinan las rutas que tenían que seguir las caravanas, con todas las consecuencias que ello implica; necesidad de ejercer un control de esos puntos; garantizar la seguridad de los recorridos entre puntos contiguos (ejercido por las tribus de cada territorio afectado); recaudación de impuestos por la utilización del agua o por la escolta requerida durante el tránsito; canalización de los flujos; asistencia y logística de los viajeros…
En las regiones saharianas, aunque existan alcázares, alcazabas, zauías y morabitos, de considerables dimensiones e interés arquitectónico, es el pozo el que determina la organización y desarrollo de estas construcciones. Normalmente los pozos están en el interior de las mezquitas y si el alcázar tiene tal tamaño que contiene más mezquitas, entonces aumentarán los puntos de agua de aprovisionamiento colectivo. A una escala mayor, la ocupación de los valles por parte de las construcciones mencionadas, establecen toda una red de pozos de agua, casi siempre asociado a construcciones de cierta entidad. Estas unidades regionales en torno a un río, también tienen conexiones entre sí, facilitando el tránsito de una región a otra. Cuando se trata de atravesar el Sáhara, estas construcciones tipo alcázar, alcazaba o zauía ya no existen y serán los pozos de agua los que determinen el camino y las diferentes regiones en el interior del desierto.
Haciendo una analogía con el personaje de Italo Calvino de las Ciudades Invisibles (Marco Polo), que defendía que si no se describían las piedras de un puente, no habría puente, podemos afirmar que sin esos, aparentemente simples y banales, agujeros hechos en el terreno en mitad del desierto para obtener agua, tampoco habrá rutas de las caravanas, ni intercambio alguno entre el Sahel, el Magreb, Oriente Medio y Europa. Es por esto que si queremos entender el norte del continente africano, tendremos que conocer y asumir la importancia de estos pozos de agua, de lo contrario la comprensión será parcial.
08. Bibliografía
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Credits texts, photos and drawings: Carlos Pérez Marín